La explicación de la prostitución solamente a partir de la pobreza no es válida, porque muchas de las niñas, niños y jóvenes tienen referentes de abuso sexual en el seno de sus propias familias. La explican factores estructurales y políticos como la pobreza y la marginalidad, el incremento de la inequidad, el trabajo infantil y adolescente, incluso se ha convertido en una estrategia de sobrevivencia. También la explican elementos sociales, familiares, psicológicos y culturales. El problema tiene determinantes socioeconómicas, pero también es, y fundamentalmente, cultural.
Deben tenerse en cuenta aspectos como el impacto de la pobreza y las restricciones de oportunidades de ingreso al mercado laboral, el trabajo infantil y la situación de calle, la inadecuación del sistema educativo formal a las necesidades de rápida inserción social de los sectores más depravados, desestructuración o disfuncionalidad del núcleo familiar, el escenario comunitario, la agresión a los derechos humanos.
Además, los roles patriarcales y las relaciones de poder, la imagen de la mujer en la sociedad y en los medios de comunicación, patrones de consumismo y facilismo, la escasa eficacia de los mecanismos legales de contralor, los movimientos migratorios, los medios de comunicación social y la ausencia de sensibilización comunitaria.
En muchos casos se considera que son los progenitores y padrastros quienes abusan sexualmente de la niñez y provocan trastornos en la conducta de las personas agredidas, propiciando expresiones de agresividad, uso de alcohol o drogas, intentos de quitarse la vida, robo, promiscuidad, prostitución.
Un estudio realizado en la ciudad capital de Guatemala en 1997, revela la existencia de más de 200 centros nocturnos y más de 600 bares en los que se ejerce la prostitución, muchos de ellos ilegales, en donde también se explota sexualmente a personas menores de edad. Según investigaciones policíacas, en 1996, habían más de 2 mil jóvenes explotadas sexualmente, mil 200 eran salvadoreñas, 500 hondureñas y nicaragüenses y más de 300 guatemaltecas.
Según datos oficiales, para 1987, existían más de 8,000 mujeres prostituidas mayores de 18 años inscritas en el Programa de Control de Enfermedades de Transmisión Sexual.[1]
En la prostitución infantil, la mayoría de las niñas, niños y adolescentes provienen de sectores urbano-marginales de las áreas metropolitanas; poseen bajos niveles de escolaridad:
20% no saben leer ni escribir y 54% no terminó la escuela primaria; la violencia
intrafamiliar es una característica común: el 85% de las victimas reportan golpizas, quemaduras y otras clases de lesiones y abusos.
En 20% de los casos hubo abuso y violencia sexual; en el grupo menor de 15 años el 83.3% ha sufrido enfermedades de transmisión sexual, así también el 50% del grupo de edad entre 15-18 años; 42%, casi la mitad de las entrevistadas son madres.
En la Ciudad de Guatemala, según estimaciones de la policía, existen más de 2000 chicos y chicas que son explotados en más de 600 lupanares[2]. En Tecún Umán, San Marcos, especialmente por ser zona fronteriza, las chicas violadas quedan a merced de los reclutadores para la prostitución, además de que se produce la trata de personas como una fuente de ingresos muy lucrativa. Se estima que existen 450 personas, entre mujeres y niñas, que ejercen la prostitución.
De acuerdo con informaciones de Casa Alianza, son 5 mil los niños y niñas que viven en las calles con el riesgo de ser agredidos sexualmente o de prostituirse entre otros peligros que representa la vida en las calles. Human Rights Watch en el informe Los Niños olvidados de Guatemala, asegura que en Guatemala existen entre mil 500 a 5 mil menores que residen en las calles. De acuerdo con Infomundi, millones de niños y niñas de la calle que trabajan, trafican, roban y se prostituyen ante la necesidad y la marginación de sus sociedades, oscilan entre cinco y diecisiete años.[3]
Para efectos de estudio se tomaron como base algunas entrevistas que se realizaron en ese estudio en el que las víctimas niegan el hecho de que se les hayan tomado fotografías o videos desnudas durante el acto sexual, a excepción de una mujer de procedencia salvadoreña, que afirmó que esto le ha sucedido dos veces, sin saber quién lo ha hecho.
Aunque niegan haber sido fotografiadas o que les hayan tomado video desnudas durante el acto sexual, se encuentran informaciones en las entrevistas que permiten dudar de la veracidad de sus afirmaciones, en tanto que les han ofrecido dinero para que permitan realizar fotos y videos en esa situación. Esta realidad es importante enfocarla a partir de la necesidad económica que ellas mismas han mencionado, así como que también han realizado otros actos fuera de lo normal de su trabajo que es ocuparse[4] a cambio de dinero extra.
Lupita, una entrevistada aceptó este hecho: Sí, varias veces, pero drogada, los extranjeros proporcionan la droga, ellos suelen pedir muchas cosas obscenas tales como sexo oral, sexo anal, orgías...Cosas que una solo hace drogada. Pagan bien en dólares, pero no es forzado, si uno quiere, bueno, si uno quiere tampoco lo obligan, ellos quieren diversión a su manera y si uno quiere dinero, buen dinero, pues así lo puede ganar… Cinthia, otra entrevistada, confirma esta versión de otra manera: Sin mi consentimiento sí, eso sucedió en el Black Cat, de Esquipulas, allí los cuartos tenían en el techo una especie de ventilador, pero en verdad era una cámara de vídeo, uno cobraba Q50.00 por cliente y a éste los dueños le vendían la cinta en Q700.00, nosotras no nos dábamos cuenta hasta que un día un cliente le dijo a una muchacha que la tenía filmada.. El cliente nos llevó a su cuarto y nos enseño la cinta, fue tremendo, porque se miraba todo lo que hacíamos, siempre hacíamos cosas tremendas bajo los efectos de la droga, solo así lo hacíamos, sin saber que nos estaban filmando. También los dueños alquilaban los vídeos, imagínese cuanto dinero hacían, si uno se ocupaba hasta 12 o 15 veces al día. A ese lugar, llegaban, pasando por una peluquería que servía de escudo y por la puerta de atrás se llegaba al bar, unas niñas de 12 años, eran vendedoras de quesadillas, (pan hecho de harina de arroz, queso, mantequilla y crema), por la mañana vendían y por la noche iban al bar. A estas niñas también las filmaban, los vídeos eran más caros y los vendían fuera del lugar, yo creo que en el extranjero.[5]
En algunos casos, la toma de fotografías y/o videos desnudas o durante el acto sexual, se vincula al uso o consumo de drogas. Asimismo, también el consumo de drogas se produce desvinculado del hecho anterior, aunque en la mayoría de las entrevistas las mujeres respondieron que no consumen drogas.
Existen dos versiones fundamentales en las informaciones que proporcionaron las víctimas de la explotación sexual y los informantes clave, las que deben visualizarse como complementarias para tener una fotografía más completa de los mecanismos de operación de las redes y sus dimensiones.
Quienes explotan sexualmente a los niños provienen de todas las ciudades y países. Son comerciantes, trabajadores, hombres de negocios y burócratas que desconocen o no les preocupa el impacto de sus acciones. Otro grupo de explotadores son los intermediarios y agentes, tales como los dueños de bares, hoteles y prostíbulos, y todos aquellos que se benefician del comercio sexual con niñas y niños, taxistas y trabajadores turísticos, entre muchos otros. Los explotadores sexuales también cuentan con el apoyo de grandes sectores sociales que toleran y justifican el mercado sexual de niñas, niños y adolescentes, culpando a las víctimas y siendo indiferentes ante sus necesidades; negando y minimizando las consecuencias negativas de la explotación sexual y, finalmente, protegiendo a quienes cometen dichos crímenes. Se pueden visualizar intermediarios y agentes directos que se benefician con el comercio sexual de niños, niñas y jóvenes, existiendo grandes redes criminales nacionales, transnacionales o internacionales, empresarios o individuos, que han hecho de esto un negocio. En este contexto operan redes de pedófilos, redes prostituyentes que fijan los mecanismos, lugares y precios del comercio sexual, redes de delincuentes y clientes encubiertos por el sistema sociopolítico.
Es importante hacer visibles a los actores prostituyentes, considerando la prostitución como una institución en la que participan proxenetas, clientes, rufianes, traficantes, dueños de pensiones de hoteles, etc.
Utilizan a los niños, niñas y jóvenes, mayoritariamente población pobre, robando sus imágenes para uso en la pornografía. Dicha utilización de la población mencionada, se realiza a través de medios como: trata, engaños, obligados, secuestrados, vendidos, forzados a vivir y trabajar en condiciones similares a la esclavitud, forzándolos a la explotación sexual.
Para el reclutamiento y traslado con fines ilícitos, para su uso como mercancías en la prostitución y pornografía, también utilizan recursos como la coerción, amenazas de hacer daño a su familia, denegación de agua y comida, reclusión física, violencia, etc., razón por la cual a través de esos medios ilícitos que no son solo los mencionados si no todos aquellos que se les puedan ocurrir y con ello logran aprovecharse de los menores de edad para conseguir su propósito de índole comercial, ya que obtienen grandes sumas dinerarias, sin importarles el daño que puedan hacer tanto a los niños, niñas y adolescentes como a sus familias y porqué no decirlo a nuestra sociedad.
Deben tenerse en cuenta aspectos como el impacto de la pobreza y las restricciones de oportunidades de ingreso al mercado laboral, el trabajo infantil y la situación de calle, la inadecuación del sistema educativo formal a las necesidades de rápida inserción social de los sectores más depravados, desestructuración o disfuncionalidad del núcleo familiar, el escenario comunitario, la agresión a los derechos humanos.
Además, los roles patriarcales y las relaciones de poder, la imagen de la mujer en la sociedad y en los medios de comunicación, patrones de consumismo y facilismo, la escasa eficacia de los mecanismos legales de contralor, los movimientos migratorios, los medios de comunicación social y la ausencia de sensibilización comunitaria.
En muchos casos se considera que son los progenitores y padrastros quienes abusan sexualmente de la niñez y provocan trastornos en la conducta de las personas agredidas, propiciando expresiones de agresividad, uso de alcohol o drogas, intentos de quitarse la vida, robo, promiscuidad, prostitución.
Un estudio realizado en la ciudad capital de Guatemala en 1997, revela la existencia de más de 200 centros nocturnos y más de 600 bares en los que se ejerce la prostitución, muchos de ellos ilegales, en donde también se explota sexualmente a personas menores de edad. Según investigaciones policíacas, en 1996, habían más de 2 mil jóvenes explotadas sexualmente, mil 200 eran salvadoreñas, 500 hondureñas y nicaragüenses y más de 300 guatemaltecas.
Según datos oficiales, para 1987, existían más de 8,000 mujeres prostituidas mayores de 18 años inscritas en el Programa de Control de Enfermedades de Transmisión Sexual.[1]
En la prostitución infantil, la mayoría de las niñas, niños y adolescentes provienen de sectores urbano-marginales de las áreas metropolitanas; poseen bajos niveles de escolaridad:
20% no saben leer ni escribir y 54% no terminó la escuela primaria; la violencia
intrafamiliar es una característica común: el 85% de las victimas reportan golpizas, quemaduras y otras clases de lesiones y abusos.
En 20% de los casos hubo abuso y violencia sexual; en el grupo menor de 15 años el 83.3% ha sufrido enfermedades de transmisión sexual, así también el 50% del grupo de edad entre 15-18 años; 42%, casi la mitad de las entrevistadas son madres.
En la Ciudad de Guatemala, según estimaciones de la policía, existen más de 2000 chicos y chicas que son explotados en más de 600 lupanares[2]. En Tecún Umán, San Marcos, especialmente por ser zona fronteriza, las chicas violadas quedan a merced de los reclutadores para la prostitución, además de que se produce la trata de personas como una fuente de ingresos muy lucrativa. Se estima que existen 450 personas, entre mujeres y niñas, que ejercen la prostitución.
De acuerdo con informaciones de Casa Alianza, son 5 mil los niños y niñas que viven en las calles con el riesgo de ser agredidos sexualmente o de prostituirse entre otros peligros que representa la vida en las calles. Human Rights Watch en el informe Los Niños olvidados de Guatemala, asegura que en Guatemala existen entre mil 500 a 5 mil menores que residen en las calles. De acuerdo con Infomundi, millones de niños y niñas de la calle que trabajan, trafican, roban y se prostituyen ante la necesidad y la marginación de sus sociedades, oscilan entre cinco y diecisiete años.[3]
Para efectos de estudio se tomaron como base algunas entrevistas que se realizaron en ese estudio en el que las víctimas niegan el hecho de que se les hayan tomado fotografías o videos desnudas durante el acto sexual, a excepción de una mujer de procedencia salvadoreña, que afirmó que esto le ha sucedido dos veces, sin saber quién lo ha hecho.
Aunque niegan haber sido fotografiadas o que les hayan tomado video desnudas durante el acto sexual, se encuentran informaciones en las entrevistas que permiten dudar de la veracidad de sus afirmaciones, en tanto que les han ofrecido dinero para que permitan realizar fotos y videos en esa situación. Esta realidad es importante enfocarla a partir de la necesidad económica que ellas mismas han mencionado, así como que también han realizado otros actos fuera de lo normal de su trabajo que es ocuparse[4] a cambio de dinero extra.
Lupita, una entrevistada aceptó este hecho: Sí, varias veces, pero drogada, los extranjeros proporcionan la droga, ellos suelen pedir muchas cosas obscenas tales como sexo oral, sexo anal, orgías...Cosas que una solo hace drogada. Pagan bien en dólares, pero no es forzado, si uno quiere, bueno, si uno quiere tampoco lo obligan, ellos quieren diversión a su manera y si uno quiere dinero, buen dinero, pues así lo puede ganar… Cinthia, otra entrevistada, confirma esta versión de otra manera: Sin mi consentimiento sí, eso sucedió en el Black Cat, de Esquipulas, allí los cuartos tenían en el techo una especie de ventilador, pero en verdad era una cámara de vídeo, uno cobraba Q50.00 por cliente y a éste los dueños le vendían la cinta en Q700.00, nosotras no nos dábamos cuenta hasta que un día un cliente le dijo a una muchacha que la tenía filmada.. El cliente nos llevó a su cuarto y nos enseño la cinta, fue tremendo, porque se miraba todo lo que hacíamos, siempre hacíamos cosas tremendas bajo los efectos de la droga, solo así lo hacíamos, sin saber que nos estaban filmando. También los dueños alquilaban los vídeos, imagínese cuanto dinero hacían, si uno se ocupaba hasta 12 o 15 veces al día. A ese lugar, llegaban, pasando por una peluquería que servía de escudo y por la puerta de atrás se llegaba al bar, unas niñas de 12 años, eran vendedoras de quesadillas, (pan hecho de harina de arroz, queso, mantequilla y crema), por la mañana vendían y por la noche iban al bar. A estas niñas también las filmaban, los vídeos eran más caros y los vendían fuera del lugar, yo creo que en el extranjero.[5]
En algunos casos, la toma de fotografías y/o videos desnudas o durante el acto sexual, se vincula al uso o consumo de drogas. Asimismo, también el consumo de drogas se produce desvinculado del hecho anterior, aunque en la mayoría de las entrevistas las mujeres respondieron que no consumen drogas.
Existen dos versiones fundamentales en las informaciones que proporcionaron las víctimas de la explotación sexual y los informantes clave, las que deben visualizarse como complementarias para tener una fotografía más completa de los mecanismos de operación de las redes y sus dimensiones.
Quienes explotan sexualmente a los niños provienen de todas las ciudades y países. Son comerciantes, trabajadores, hombres de negocios y burócratas que desconocen o no les preocupa el impacto de sus acciones. Otro grupo de explotadores son los intermediarios y agentes, tales como los dueños de bares, hoteles y prostíbulos, y todos aquellos que se benefician del comercio sexual con niñas y niños, taxistas y trabajadores turísticos, entre muchos otros. Los explotadores sexuales también cuentan con el apoyo de grandes sectores sociales que toleran y justifican el mercado sexual de niñas, niños y adolescentes, culpando a las víctimas y siendo indiferentes ante sus necesidades; negando y minimizando las consecuencias negativas de la explotación sexual y, finalmente, protegiendo a quienes cometen dichos crímenes. Se pueden visualizar intermediarios y agentes directos que se benefician con el comercio sexual de niños, niñas y jóvenes, existiendo grandes redes criminales nacionales, transnacionales o internacionales, empresarios o individuos, que han hecho de esto un negocio. En este contexto operan redes de pedófilos, redes prostituyentes que fijan los mecanismos, lugares y precios del comercio sexual, redes de delincuentes y clientes encubiertos por el sistema sociopolítico.
Es importante hacer visibles a los actores prostituyentes, considerando la prostitución como una institución en la que participan proxenetas, clientes, rufianes, traficantes, dueños de pensiones de hoteles, etc.
Utilizan a los niños, niñas y jóvenes, mayoritariamente población pobre, robando sus imágenes para uso en la pornografía. Dicha utilización de la población mencionada, se realiza a través de medios como: trata, engaños, obligados, secuestrados, vendidos, forzados a vivir y trabajar en condiciones similares a la esclavitud, forzándolos a la explotación sexual.
Para el reclutamiento y traslado con fines ilícitos, para su uso como mercancías en la prostitución y pornografía, también utilizan recursos como la coerción, amenazas de hacer daño a su familia, denegación de agua y comida, reclusión física, violencia, etc., razón por la cual a través de esos medios ilícitos que no son solo los mencionados si no todos aquellos que se les puedan ocurrir y con ello logran aprovecharse de los menores de edad para conseguir su propósito de índole comercial, ya que obtienen grandes sumas dinerarias, sin importarles el daño que puedan hacer tanto a los niños, niñas y adolescentes como a sus familias y porqué no decirlo a nuestra sociedad.
CITAS BIBLIOGRÁFICAS:
[1] Alianza, Casa y Ecpat. Investigación Regional sobre Tráfico, Prostitución y Pornografía Infantil y Turismo Sexual Infantil en México y Centro América. Un Resumen. 2001. Pág. 59.
[2] Así se les denomina a los lugares en donde se ejerce la prostitución.
[3] Alianza, Casa y Ecpat. Ob. Cit.
[4] El término ocuparse, se refiere a la relación tiempo y dinero que las víctimas de la explotación sexual establecen con los clientes, de común acuerdo para sostener relaciones sexuales. Es la concreción de la relación sexual comercial entre la explotada sexualmente y el usuario de los servicios de la prostitución.
[5] Datos obtenidos de las entrevistas con las mujeres involucradas en la ESCNNA.
[2] Así se les denomina a los lugares en donde se ejerce la prostitución.
[3] Alianza, Casa y Ecpat. Ob. Cit.
[4] El término ocuparse, se refiere a la relación tiempo y dinero que las víctimas de la explotación sexual establecen con los clientes, de común acuerdo para sostener relaciones sexuales. Es la concreción de la relación sexual comercial entre la explotada sexualmente y el usuario de los servicios de la prostitución.
[5] Datos obtenidos de las entrevistas con las mujeres involucradas en la ESCNNA.
Entradas
3 comentarios:
interesante el post, tienes informacion muy buena. espero sigas escribiendo.
estuve mirando tu blog y esta muy bueno e interesante. Saludos.
esta muy bueno tu blog, me gusto mucho. Espero no dejes de escribir .
Publicar un comentario